jueves, 5 de junio de 2008

Inflación depredador al acecho

Autor: Carlos Gutiérrez, Fuente: Revista Vistazo

¿Qué es lo que ha producido la escalada de precios de alimentos y cuáles son las perspectivas a futuro? Desastres naturales, mayores costos de producción y altos precios internacionales han confluido.

La alta inflación que está viviendo el país, que se evidencia especialmente en los precios de los alimentos, ha puesto en aprietos a todos, desde consumidores que han tenido que apretar sus presupuestos hasta autoridades nacionales que tratan de contener un fenómeno que causa preocupación y descontento… ¿Qué es lo que ha producido esta escalada de precios y cuáles son las perspectivas a futuro? Más allá de la especulación, que es una práctica persistente en nuestro país, facilitada por la existencia de oligopolios y de una cadena de intermediación demasiado larga, hay nuevas razones por las que estamos enfrentando una escalada inflacionaria: fenómenos naturales adversos para la agricultura, costos de producción que se incrementan y precios internacionales altos. Cada uno de esos factores influye en mayor o menor medida sobre el incremento de los precios de ciertos productos.

Cada uno con lo suyo
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), hay 22 productos alimenticios que han tenido incrementos de precios del 10 por ciento o más a lo largo de los cuatro primeros meses de este año. Los productos no alimenticios en cambio han tenido en general una relativa estabilidad, o muestran variaciones paulatinas que se arrastran desde mucho antes, como en el caso de los productos y servicios para automotores, cuyos incrementos están ligados a fenómenos de aliento más largo, como la depreciación del dólar frente a las principales monedas del mundo y el incremento del precio del petróleo.

En el caso de los alimentos en cambio la situación es más compleja, por la confluencia de varios factores aplicados a diferentes productos: la fuerte temporada de lluvias, la erupción del volcán Tungurahua, el incremento de los costos de producción y los altos precios internacionales de los productos agrícolas.

Sobre el problema de los fenómenos naturales, Walter Poveda, ministro de Agricultura, explica: “Tenemos que tener en cuenta que hubo un fenómeno que afectó a la Costa y Sierra; solo en el caso del arroz se perdieron un poco más de 30.000 hectáreas, equivalentes a 1,5 millones de quintales pilados, que significan un mes y medio de consumo nacional”. Sostiene además que se perdieron cultivos de papas, legumbres y granos, entre otros de ciclo corto. Y agrega que aparte de la afectación directa de los cultivos la comercialización se dificultó por la interrupción de carreteras.

Hasta marzo de este año, el Ministerio del Litoral reportó que la temporada de lluvias produjo la pérdida de 82.200 hectáreas de cultivos y la afectación de otras 137.000, lo que significó un impacto económico de 105 millones de dólares. En el caso de la erupción del volcán Tungurahua, en febrero afectó a 3.600 hectáreas por lluvia de cenizas; hace dos años, en 2006, esa afectación llegó a 20.000 hectáreas. ¿Qué hacer? “Los precios seguirán subiendo, sin que tengamos como contraparte una política económica que aliente la producción”, comenta Rodrigo Salguero, ex director del Instituto de Estadísticas y Censos (INEC).

La estrategia del Gobierno actualmente es repartir kits de semillas a los 60.000 afectados inscritos, para tratar de elevar la producción rápidamente. Además, se ha lanzado un plan agrícola que se propone aumentar hasta 2011 el área de sembrado en 550.000 hectáreas; actualmente existen aproximadamente 12,3 millones de hectáreas cultivables en el país, de las que se trabaja poco más de la mitad, según el INEC. Para futuras emergencias, se buscaría almacenar una “reserva estratégica” de productos agrícolas.

Las otras variables
Otra variable que ha incidido en los precios al consumidor fueron los costos de producción. En el sector agrícola, ese incremento de costos fue impulsado principalmente por el encarecimiento internacional de los abonos y agroquímicos.

Por ejemplo, el quintal de urea ha cuadriplicado su precio en los últimos cinco años; solamente entre 2007 y 2008 se duplicó, para llegar a costar 34 dólares por quintal. La urea subsidiada que distribuye el Gobierno es una ayuda, pero solo llega a los pequeños agricultores, por lo que resulta insuficiente para detener una escalada de costos a nivel general. Mientras, los herbicidas e insecticidas han subido entre el 10 y el 50 por ciento. Y para tener una idea clara de cómo esos costos se trasladan al precio final: los insumos agrícolas pueden representar la cuarta parte del costo total de un quintal de arroz.

Los costos de estos productos muchas veces dependen de condiciones internacionales. En este momento esas circunstancias son negativas, debido al incremento del precio del petróleo y de una mayor demanda por el crecimiento del mercado asiático. Además, en ciertos casos las importaciones se realizan desde países como Colombia, y alteraciones en la cotización del dólar frente a otras monedas pueden tener consecuencias. Y en otros casos los insumos son nacionales, pero también son presa de la escasez o especulación, como en el caso de las semillas.

El Gobierno ha tratado de disminuir los costos de producción a través de subsidios al productor y recientemente de la liberalización de la importación de productos, decretada en días pasados. La efectividad de la medida está por verse.

El aumento de los jornales de los trabajadores agrícolas también ha tenido, aunque en menor medida, repercusiones sobre los costos. Para evitar repercusiones mayores es necesario un incremento generalizado de la productividad. El plan de reactivación agrícola del Gobierno propone que entre cuatro y 10 años se multiplique hasta por tres la productividad en la siembra de arroz y otros productos. En la medida en que se logre esa mejoría, el sector será capaz de absorber estos costos. Eso también permitiría que el sector absorba los incrementos salariales anunciados para el futuro cercano, y en general cualquier mejora en el nivel de ingresos de los ciudadanos. Si no, la inflación seguirá disparada.

Causas internacionales
Por último, hay un aspecto ajeno que influye en la inflación de nuestros productos agrícolas, y que se ha venido presentando desde hace más de un año, pero ha adquirido fuerza en los últimos meses: los precios internacionales de los alimentos se han disparado por la demanda de los países asiáticos, la fabricación de biocombustibles y el incremento de costos por el alza del precio del petróleo.

Ecuador importa productos como maíz, trigo, soya y cebada, que han sufrido fuertes incrementos de precios en el mercado internacional. El maíz, por ejemplo, casi ha duplicado su precio en dos años, al pasar de 122 dólares por tonelada en 2006 a 227 dólares por tonelada en este año, en el mercado internacional; el trigo por su parte casi ha triplicado su precio, al pasar de 217 dólares por tonelada en 2006 a 601 dólares por tonelada en 2008.

También se da el caso de productos que no se importan sino que se hacen en el país pero son extremadamente susceptibles a la influencia de escaladas internacionales de precios, como el aceite vegetal. En este caso, una fuerte demanda para biocombustibles ha hecho que suban el 64 por ciento en el último año. Es una cuestión de oferta y demanda: como hay quienes están dispuestos a comprar a mayor precio, los productores prefieren venderles a ellos.

¿No se puede hacer nada frente a esos problemas? El ministro de Agricultura ha hablado de dos estrategias. Primero, aumentar la producción de maíz, trigo, cebada y soya para alcanzar a ser autosuficientes.

El ministro Poveda dice que hay un buen ejemplo en el pasado: Ecuador alcanzó a producir hasta el 60 por ciento del trigo que necesitaba, y no era importador de maíz.

En segundo lugar se buscaría eliminar los oligopolios que existen en la refinación del aceite, para lo que se lanzaría una estrategia de minirefinadoras; de esta manera, los precios no serían tan susceptibles a variaciones internacionales.